lunes, 19 de octubre de 2009

QUEBRAR Y NO DOBLAR


QUEBRAR Y NO DOBLAR... Este era el lema de Hernán Pérez del Pulgar, apodado el de las Hazañas. Este caballero manchego, nacido en Ciudad Real, fue una noche del año 1490 el protagonista de una hazaña que lo inmortalizaría.

Con 15 caballeros y la compañía de su escudero Pedro, atravéso las líneas moras, burló sus guardias y penetró en la ciudad sitiada de Granada. Su intención parecía ser prender fuego a la mezquita, pero al no poder incendiarla clavó sobre la puerta principal un cartel, escrito por el propio Pulgar; en dicho pergamino se podía leer el Ave María, y a continuación la frase «Sed testigos de la toma de posesión que realizo en nombre de los reyes y del compromiso que contraigo de venir a rescatar a la Virgen María a quien dejo prisionera entre los infieles».

Tras aquella valerosa hazaña, se fue a la Alcaicería y le prendió fuego, saliendo a su encuentro la guardia granadina, a la que derrotó en su propia ciudad a pesar de ser más los enemigos. Puesto a salvo, fue alabada su proeza y los Reyes Católicos cargaron con flamantes blasones su escudo de armas. También ganó por aquella hazaña el derecho a ser sepeliado en lo que sería poco después la Sacra Iglesia Catedral de Granada, que vino a ser construida sobre la mezquita que simbólicamente tomó este caballero.

Al clarear las primeras luces del alba, el día 2 de enero de 1492, los capitanes y soldados del ejército cristiano, vestidos de punta en blanco, y acaudillados por el Cardenal Mendoza, fueron aproximándose a Granada. Penetraron en la ciudad, en los jardines del palacio de la Alhambra, y en lo más alto de la Torre de la Vela izaron una gran cruz de plata maciza y el estandarte de Castilla.

Retumbaban en el espacio los truenos de los cañones, sonaban los atabales y pífanos, y los gritos de júbilo aclamaban a los muy grandes y poderosos Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla:

¡Granada, Granada, por los Reyes Don Fernando y Doña Isabel!

Boabdil, quebrado y no doblado, hincaba la rodilla ante los Reyes Católicos y entregaba las Llaves de la Alhambra a Don Fernando, diciéndole con lágrimas en los ojos:

"Tuyos somos, rey poderoso y ensalzado; éstas son, señor, las llaves de ese paraíso!"

Y Granada fue devuelta a la civilización.

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