martes, 27 de octubre de 2009

LO QUE LOS HISTORIADORES DICEN DE LA TOMA DE GRANADA


Sir John Huxtable Elliott (Inglaterra, 1930) es uno de los más eminentes historiadores e hispanistas británicos. Regius Professor Emeritus en la Universidad de Oxford y Honorary Fellow del Oriel College de Oxford, así como del Trinity College de Cambridge, es una de las autoridades en historia de España.

Premio Príncipe de Asturias en 1996 por su indiscutible aportación a la Historia de España, es uno de los más profundos conocedores de la historia de España.


"La guerra de Granada, con todo, fue ganada por la diplomacia casi tanto como por el prolongado esfuerzo militar de Castilla. El reino nazarí estaba desgarrado por disensiones internas, que Fernando aprovechó con su conocida habilidad. La propia familia de Muley Hassan, el anciano rey de Granada, se hallaba dividida y, en julio de 1482, Boabdil y Yusuf, hijos del primer matrimonio de Muley Hassan, huyeron a Guadix, donde Boabdil fue reconocido rey. Cuando la ciudad de Granada siguió el ejemplo de Guadix, Muley Hassan y su hermano El Zagal se vieron obligados a retirarse a Málaga y estalló la guerra entre las dos facciones del reino de Granada. A pesar de estas dificultades internas, El Zagal alcanzó una gran victoria, en 1483, frente a una expedición cristiana de ataque, y su sobrino Boabdil, desde su mitad del reino, intentó temerariamente imitar el ejemplo de su tío invadiendo el territorio cristiano. Pero Boabdil no era buen guerrero y la expedición se saldó con su derrota y captura en la batalla de Lucena, el 21 de abril.

La captura de Boabdil por el conde de Cabra fue un momento clave en la campaña de Granada. Su consecuencia inmediata en Granada fue la reunificación del reino bajo Muley Hassan, que fue posteriormente destronado y sustituido por El Zagal. Pero su consecuencia más importante fue el establecimiento, entre Boabdil y Fernando, de un tratado secreto por el cual, a cambio de su libertad, Boabdil aceptaba convertirse en vasallo del español, firmaba una tregua de dos años y prometía declarar la guerra -en la que contaría con la ayuda española- a su padre. En la práctica Boabdil resultó un aliado vacilante y poco digno de confianza, pero como necesitaba periódicamente la ayuda de Fernando contra sus poderosos parientes, siguió manteniendo contactos con los españoles, y ello permitió a Fernando reforzar sus vínculos con los enemigos de Muley Hassan y El Zagal en el reino de Granada.

Después del retorno de Boabdil a su tierra, el ataque español se dirigió contra la mitad occidental del reino, donde el padre y el tío de Boabdil tenían mayor apoyo. Hacia el final de la campaña de 1485, gran parte del territorio occidental de Granada había caído en manos de los españoles, a pesar de todos los esfuerzos de El Zagal. Boabdil y su tío se habían reconciliado temporalmente, pero cuando aquél fue nuevamente capturado, con ocasión de la caída de Loja en 1486, se apresuró, una vez más, a ponerse bajo la protección de Fernando e Isabel, cuya ayuda necesitaba para conservar el trono. Mientras la guerra civil entre las dos facciones granadinas se recrudecía, los españoles completaban en 1487, con la toma de Málaga, la conquista de la mitad occidental del reino. La caída de Málaga significó que la defensa de Granada se haría tarde o temprano insostenible, y Boabdil declaró entonces su deseo de rendirse y permutar su título real por el de un magnate castellano, a cambio de su jurisdicción sobre Guadix, Baza y uno o dos ciudades más que aún permanecían fieles a El Zagal.

La campaña española de 1488 fue encaminada, pues, a la conquista de las ciudades que habrían de ser entregadas a Boabdil a cambio de Granada. Cuando, finalmente, Baza cayó, en diciembre de 1489, El Zagal se sometió a Fernando e Isabel, pues prefirió estar sujeto a los cristianos que a su odiado sobrino. Fue entonces cuando Boabdil, que pocas veces sabía escoger el momento propicio, rompió con la palabra dada a los Reyes Católicos y proclamó su determinación de seguir luchando por el resto de su reino, reducido entonces a poco más que la ciudad de Granada. Este último acto de deslealtad por parte del rey de Granada sólo sirvió para animar a Fernando e Isabel a acabar de una vez con el reino nazarí. Durante la primavera de 1490 su ejército acampó junto a Granada y en los meses siguientes, mientras se llevaban a cabo complejos preparativos para el asedio y el asalto, se construyó, en el emplazamiento del campamento, una ciudad diseñada según el modelo de unas parrillas y a la que se dio el nombre de Santa Fe. Como los preparativos seguían adelante con paso firme, cundió el desánimo en el bando moro y con él, el sentimiento general de que una rendición honrosa era preferible a una conquista militar. Se abrieron, pues, negociaciones en octubre de 1491. A finales de noviembre se había llegado a un acuerdo acerca de los términos y el 2 de enero de 1492 Granada se rindió. El propio Boabdil entregó a Fernando las llaves de la Alhambra y la cruz y el estandarte real fueron izados en la más alta de sus torres".

John Huxtable Elliott, "La España Imperial (1469-1716)".

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